Ojo! Hoy es el día de mañana que tanto te preocupaba ayer...

A Marian (la Reina)


La mujer que yo quiero no necesita
bañarse cada noche en agua bendita.
Tiene muchos defectos, dice mi madre,
y demasiados huesos, dice mi padre.
Pero ella es más verdad que el pan y la tierra
mi amor es un amor de antes de la guerra, para saberlo.
La mujer que yo quiero no necesita
deshojar cada noche una margarita.


La mujer que yo quiero es fruta jugosa
prendida en mi alma como si cualquier cosa.
Con ella quieren dármela mis amigos
y se amargan la vida mis enemigos,
por que sin querer tú, te envuelve su arrullo
y contra su calor se pierde el orgullo, y la vergüenza.
La mujer que yo quiero es fruta jugosa
madurando feliz, dulce y vanidosa.


La mujer que yo quiero me ató a su ruta
para sembrar la tierra de punta a punta.
De un amor que nos habla con voz de sabios
y tiene de mujer, la piel y los labios.
Son todos suyos mis compañeros de antes,
mi perro, mi scalextric y mis amantes, pobre Juanito.
La mujer que yo quiero me ató a su ruta
pero, por favor, no se lo digas nunca.

Joan Manuel Serrat

En una playa junto a Krapp

Acá estamos en un día libre en Venezuela con los Krapp. Lo gracioso era ver como llamaba la atención de los venezolanos el largo de mi pelo...
Por supuesto que me divertí mucho en la playa con todas esas cosas que tanto me gustan: agua salada, arena y sol...


La sonrisa es sólo para la foto. 
Nótese que soy la única persona sensata que tiene puesta una remera para evitar el acoso solar.

Qué otra cosa hacer con un par de forros?

Ahora los viejos y queridos forros no sólo nos sirven para cuidarnos de indeseables enfermedades y/o embarazos, sino que también nos enseñan practiquísimas poses amatorias.



La importancia de los iluminadores

La foto que estás viendo es una perfecta demostración de la verdadera importancia que tiene la luz

Un ratero colombiano

Esto me lo mandó mi amigo Manuel Rincón. La verdad es que no sé como hacen las ediciones de estas cosas pero está buenísimo...




El título lo puso Manuel

Acerca de por qué dejé de ir al Tigre (Por que amo a Buenos Aires I)

La Negra había vuelto a Buenos Aires y se alquiló una casita en el Tigre. "Tenés que venir" me dijo "Avisale a David". 
Quedamos para el domingo... 
Sábado a la noche, en el Rojas, me lo cruzo a Juan Pablo y ahí mismo le dije que se sumara. "Tengo que laburar" dijo "Te lo confirmo mañana".
Al otro día, domingo, me desperté temprano. Estaba sólo, la Reina estaba de viaje. Me levanté, pero tenía ganas de quedarme un rato más. Texto de Juan: "No pude zafar, diviértanse". Texto de David: "Pasás a buscarme?" Estaba empezando a escribirle que no, que me quedaba en casa cuando suena el teléfono. Era la Negra: "Ya saliste???" "Estaba en eso" le dije mientras texteaba a David para que me esperara en la esquina de San Martín y algo, no sé. 
¿Por qué no le dije a la Negra que estaba cansado, que además me había clavado un tinto la noche anterior y estaba medio resaca y que no tenía ni un poco de ganas de manejar hasta el Tigre? 
Qué se yo?
Llegamos y dejé el auto estacionado en la playa del casino. Caminamos hasta la boletería de las lanchas -esas colectivas- y sacamos los boletos. Ida y vuelta hasta el número 728, si mal no recuerdo. Nos costaron como 30 mangos cada uno. Cuando subimos a la lancha, el chico nos preguntó adonde íbamos (esto se lo preguntaba a cada uno que subía, no es que fuéramos algo especial). David repitió la dirección como si estuviera hablando de Corrientes y Esmeralda, quiero decir, como si supiera: "No sé cuanto (el nombre de la calle, o sea del río) 728". Ahora estoy seguro que el número no era exactamente ese pero mi desconocimiento de la real locación no afecta al relato.
Por definición creo que el ser humano nació para estar con los pies sobre la tierra, por lo tanto odio/temo todo lo que no me dé ese tipo de seguridad, básicamente odio trasladarme por agua y/o aire. En mi opinión debería haber un modo de poder viajar a Europa en auto (manejo yo, claro).
Ni bien la lancha dio la vuelta y se acomodó para largar la travesía, pasó por al lado nuestro una de esas lanchitas chiquitas (las que andan a los pedos) y nos empapó a David y a mi que estábamos al lado de la ventanilla intentando tener un día de placer lejos del ruido ciudadano. "Ja ja, que gracioso" pensé. "Al final, esto de venir al río tiene sus cosas divertidas". Mientras pensaba esto me levanté para secarme un poco sin poder parar de reírme, hasta que vino el chico que nos recibió al principio a retarme por que "No se puede viajar parado en la lancha". Le pedí disculpas por mi ignorancia e intenté explicarle que esto era algo totalmente nuevo para mi. Me miró y sólo atinó a preguntarme hasta donde iba. Lo miré a David y juntos dijimos: Sarasa 728. "Ahá" dijo, y se fue.
El viaje estaba siendo muy placentero, pero lo cierto es que la gente se iba bajando de la lancha y nosotros parecíamos seguir lejos de la morada de la Negra. Rápidamente entendí el código de numeración del río (son como cuadras, sólo que no son cuadras por que es en el agua, pero es como si fuera por que una casa tiene el número 220 y la de al lado el 222 y así...). Esa numeración llevábamos cuando entendí esto y deduje inmediatamente que estábamos a "5 cuadras marinas" de la casa de la Negra.
Cómo al 500 sólo estábamos David, el chico mala onda, el chofer y yo. Pasa una lancha igual a la nuestra pero para el otro lado y todos nos saludamos. No sé que hablan los conductores entre ellos y 200 metros más adelante se detiene nuestra embarcación: "No se puede seguir" dice el piloto (se dice piloto?) "Perdón?" digo yo. 
Lo que sigue es un diálogo que intentaré transcribir tal cual para que se entienda (extrañamente David estaba mudo, creo que estaba más aterrado/dormido/resacoso/hinchadolaspelotas que yo)
P (piloto): "Está muy bajo el río, y no voy a romper la lancha. Uds. adonde van?"
Y (yo): 728
P: Hasta ahí no puedo llegar!!!!
Y: Pero... Ahora me lo decís?... Vengo diciendo que vamos hasta este lugar desde que nos subimos a la lancha hace una hora y media...
P: No sé por que no te avisaron antes, pero como está el río no se puede pasar!!
Y: Ok! (por lo bajo- Seamos razonables David) Dejanos en una lancha que nos lleve de vuelta al Tigre, llamo a la Negra y le aviso que no vamos.
P: Es que la última que va para aquel lado es la que acabamos de cruzarnos...
Y: Pero... Y por qué no nos avisaste antes y nos diste la opción de cambiar de lancha??
Acá hay una cara del chofer por el retrovisor tipo bondisero que te mira maaal, como diciendo: Querés dormir en el río?
Y: Bueno, hagamos algo, demos la vuelta y volvamos al Tigre.
P: No, yo vuelvo como a las 6
Y: Es la 1, te esperamos en la lancha.
P: No, porque tengo que limpiarla.
Y: Pero... No podés dejarme tirado en el medio del río... No hay un bar por acá y te esperamos???
P: Jajaja
Y: (Silencio) (David podrá contar lo que quiera pero nunca dijo nada. Insisto: Nunca dijo nada!)
P: Los dejo acá. Llamen... Que los vengan a buscar...
Agarré el celular para marcar el número de la Negra. Los fanáticos de las historias de terror supondrán que no tenía señal... Obvio...
P: No, es que acá, si no tenés Personal olvidate...
Dispuesto a morir en el medio de un brazo del Río de la Plata me alejo del Comandante y mágicamente entra un llamado en mi celular. "Hola colorado" era la Negra, "Me imagino que no va a poder llegar la lancha... Donde están?"
Lo miro a P y le paso el teléfono. No sé que acuerdan, pero el tipo dice que nos baja y que ya vendrán a buscarnos... 
Le agradezco el gesto de haberme devuelto mi celular y me bajo de la lancha detrás de David, que extrañamente, seguía sin decir palabra.
Para quien conozca el Tigre esta descripción puede ser un tanto innecesaria, pero nos bajaron en una especie de escalinata de madera de unos tres o cuatro escalones. Huelga aclarar que antes de llegar al más alto la lanchita había desaparecido de nuestra vista.
Esto puede ser un problema mío pero nunca supe si cuando uno está en una escalera en el medio del agua y el agua se mueve, la escalera se mueve o parece que se moviera pero estaba seguro que iba a caerme.
Estábamos esperando por Martín en esa especie de hall, comentando que no nos parecía una actitud adecuada la del chofer de la lancha cuando lo vimos...
Claro, imagino que el dueño de casa se debe haber sentido invadido. Además en estos días... Con la inseguridad...
Lo cierto es que el doberman era gigante y nos miraba... mal te diría...
Le explicamos al hombre nuestra situación y casi me atreví a sugerirle que si el quería nos tirábamos al agua pero que no soltara al pichicho. El asintió, como comprensivo, y nos dejó en paz.
Definitivamente era mi día de suerte y volvió a entrar en mi celu otra llamada de la Negra, que me decía que Martín estaba en camino y que ya estaría llegando. Al rato, efectivamente, lo vimos aparecer. Mis ilusiones de que la embarcación de Martín tuviera motor terminaron de desvanecerse, pero nunca pensé que lo iba a ver aparecer en un kayak (ni siquiera sé si se escribe así).
Me hice el bueno con David, después de todo yo lo había invitado, y lo dejé sentarse en la maderita mientras yo lo hacía en el piso, que estaba todo mojado. Menos mal pensé, que no vino Juan Pablo.
Martín rema (quiero decir: se la banca) y además tiene lomo, pero tenía que transportar su propio peso, el de David y el mío (que debo reconocer pesaba más por que estaba un poco plomo ya que no podía creer la situación que estábamos pasando). Igual se la bancó y nos llevó y además me explicó que tenía que hacer en caso que el barquito se diera vuelta, que era casi, mi única obsesión.
Intenté entonces que los próximos 30 o 40 minutos de mi vida pasaran lo más rápido posible cosa que, obviamente, no logré.
Los últimos 300 metros fueron increíbles ya que la Negra nos veía venir y se cagaba de risa. Yo, mientras tanto, puteando al río, a mi suerte, al barco almacén que paramos en el camino y no tenía cerveza fría, a David que seguía cómodo en la maderita mientras yo me seguía mojando el culo, ni me di cuenta que se había largado a llover...
Entre risas y puteadas comimos uno de los mejores asados de nuestra vida (gracias Negrita, gracias Martín) pero me juré jamás volver a ese lugar infernal alejado de mi Buenos Aires querido. La vuelta la cuento otro día por que tampoco tiene desperdicio.

Olympica



Sigue Krapp con Olympica hasta fin de agosto los viernes a las 23 hs. en El Portón.
Estas fotos están buenas.
Me las mandó Lu, pero no sé quien las sacó.
Las lucesitas son de un servidor, obvio...

Este amor es una fiesta





Se estrenó el sábado 12 de julio esta obra de Agustina Muñoz, dirigida por Mariela Asensio.
Las luces son mías y hay un par de climitas interesantes (gracias Dimas por la paciencia)
Es en el Rojas y va, si les interesa, los sábados a las 21 hs.
Les dejo unas fotos para que vean. 
El crédito de las fotos es de Guido Adler.

Mendiolaza


Todo blanco - HQI



Amarillo



Azul



Rojo



Violeta